Antonio Álvarez Cañibano
En un periodo cronológico que abarca, aproximadamente, las dos décadas que van desde comienzos del siglo XIX hasta el Trienio Constitucional, tienen lugar en España una serie de importantes acontecimientos que marcarán el resto de la centuria, tanto en lo político como en lo social. De todos ellos —además de las corrientes ilustradas y revolucionarias que llegaban del país vecino—, las consecuencias de la invasión napoleónica y la primera Carta Magna, que ve la luz en Cádiz en 1812, suponen el paso paulatino y accidentado del Antiguo Régimen al Estado burgués. Estos tiempos convulsos propiciaron ciertos cambios de mentalidad en el terreno cultural a los que la música, en todos sus aspectos, no estuvo ajena.

Grabado. Museo de Historia de Madrid, inv. 6741.
Una característica destacable de esta etapa de cambio, en lo que al arte de los sonidos se refiere, podría ser la convivencia de géneros y estilos. Desde las tradiciones tardobarrocas que se mantienen en algunos géneros religiosos al servicio de la liturgia, hasta un decidido gusto por el clasicismo vienés en los repertorios sinfónico y camerístico, es necesario reseñar la preponderancia de la ópera italiana tanto seria como bufa, la rápida aclimatación al gusto español de la opéra-comique francesa traducida al castellano y, por último, la pervivencia de la tonadilla escénica que —junto a sainetes y otras formas de teatro menor dieciochesco— aporta todo un caudal de melodías de raíz popular que nutrirá el espectacular desarrollo de canciones, piezas para guitarra y bailes de tradición bolera. Es este último repertorio la causa de que, justo durante estos años, se acuñe una imagen musical característica de lo español en el ideario del primer romanticismo europeo; el éxito del polo El contrabandista de Manuel García, en los principales salones parisinos y londinenses, es la prueba más evidente de todo ello.
Otro rasgo que podríamos proponer, y que evidencia la riqueza en la producción y práctica musical del momento, sería la permeabilidad. Así, es posible encontrar rasgos tonadillescos y clasicistas en obras para ser interpretadas en el templo, recursos propios de la opera bufa italiana y de la opéra-comique en las tonadillas, cierta complejidad tonal junto a ritmos castizos en piezas para teclado o guitarra, entre otras muchas y variadas influencias mutuas que hacen que la música de esta etapa de transición sea tan plural y abierta. Por otro lado, la necesidad de reflexionar sobre la aportación española a la historia de la música encontró, también durante este periodo, en José Teixidor i Barceló a un pionero de la historiografía musical.